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  ALAFIA SMAgazine: Desertificación (click en la imagen para descargar la revista)
  Rafael Marco, sma.

 

François, un compañero de la SMA, está en Torodí (Niger) y me habla de la desertificación del país:
“Están despojando esta sabana de losúltimos árboles que quedan esos camiones verdes que se introducen por las veredas más apartadas en busca del último fajo de leña. Está prohibido por la ley, pero son diputados, ministros, gerifaltes los dueños de esos camiones sin frenos, sin luces y hasta sin matrículas y los que se embolsan el dinero.

Supongo que son los mismos que se embolsan el uranio, el petróleo, el carbón y hasta los aranceles de las cebollas que exportan al Benin.

Me decía François que antes de marcharse le gustaría gritar tanto ultraje a la tierra y al hombre, como hizo Guy
Youx ante el ministro del interior del Benin al que le cantó las cuarenta de la explotación de los más pobres dándolo todo ya por perdido. Un testamento de misión.

Nos ocupamos mucho de desarrollo. Un día que iba en coche con el catequista, Jean Baptiste, veía unas flores azules en un campo de mijo y le dije que era muy bonitas, él me contestó que esas flores eran el signo de que la tierra se estaba agotando, cansada, que esa era su manera de decir que ya basta. Yo le pregunté que qué era lo que se podía hacer, él, que ha hecho la escuela de catequista de Namungu donde les enseñaban agricultura, me dijo:

—Padre, la solución sería utilizar el arado que se hace en Burkina.

Aquella reflexión no cayó en saco roto, daba vueltas en mi cabeza hasta que un día me decidí e hicimos un viaje a Burkina y nos trajimos una veintena de arados que fuimos colocando entre los agricultores más despiertos pidiéndoles una colaboración. Nos ayudaba una ONG de Francia. Son burros los que tiran de los arados que resultan más baratos en la compra y consumen menos.

Un día Jean Baptiste me dijo:

—Padre, un día tanto usted como yo nos marcharemos de aquí y ya no habrá nadie que vaya a buscar los arados a Burkina ¿no sería mejor ver la posibilidad de que alguien de Torodi sea capaz de fabricar los arados aquí?

 

Buscamos una solución, él trajo un pariente de Burkina que sabía fabricarlos y luego buscamos a gente del lugar interesada en aprender. Hicimos un viaje a Niamey y compramos el material adecuado y también el instrumental para la fabricación: taladro, fresadora… todo lo necesario para instalar un taller suficientemente
equipado para el fin que nos proponíamos.

Hoy el taller funciona estupendamente y ya no tenemos que ocuparnos de los arados, pero siempre hay que animar y explicar, aunque ya ven el resultado con sus propios ojos.

Antes, el trabajo se hacía a mano y todavía hay mucha gente que lo siigue haciendo: en cuanto llegan las lluvias, haces un agujero con la azada e introduces la semilla; eso es todo. Con el arado remueves la tierra 10 o 15 centímetros que se renueva y el agua penetra mejor.

Los que se deciden por utilizar el arado ya no vuelven a lo tradicional.

De todas formas ha sido todo el sector de Makalondi el que ha participado en todo este trabajo: Makalondi, Bomuanga, Torodi y ahora Kankani. Hicimos también muchos pozos y perforaciones profundas.

El problema fundamental es la desertificación. Se cortan muchos árboles para leña y el país se empobrece a causa de la erosión cada vez mayor. La capa de humus es muy frágil y en cuanto cortas los árboles desaparece, el viento se lleva las hojas y si lllueve el agua pasa sin fertilizar nada. Entonces ya no queda nada más que la tierra roja y piedras totalmente estériles.

Por eso es fundamental que la población sea consciente del problema y trabaje en ese sentido:

si plantas un árbol, tienes que protegerlo porque enseguida van a aparecer cabras, corderos, bueyes y dromedarios.

Es un trabajo de concienciación enorme y largo y el gobierno debe tomar cartas en el asunto.

Aldea en Níger